En un mundo tan digitalizado, trámites entre papeles y fotocopias

Esta fue mi experiencia sacando un pasaporte en pleno 2024.

Hoy me tocó renovar el pasaporte de mi hijo Pablo. Inmediatamente, al saber del trámite, te invade una sensación interna difícil de describir. Y sí, creo que esto tiene que ver con la pesadilla de tener toda la papelería completa: actas de nacimiento actualizadas, CURP, identificaciones… En teoría, ya los trámites de actas se pueden solicitar en línea. Si tienes suerte y el sistema funciona, podrás obtenerla desde la comodidad de tu computadora. Pero si la suerte no está de tu lado, pues corre a buscar una oficialía que te permita realizar este trámite. Entonces, la digitalización y optimización de trámites en línea queda como una idea mal ejecutada.

No voy a mentir, ir a una oficialía es toda una experiencia. Ver la estantería llena de libros, unos en buen estado y otros que parecieran quemados y viejos. Una vez que la suerte nuevamente está de tu lado y el sistema funciona para ellos, te encuentras con que solo se aceptan pagos en efectivo. De nuevo, la digitalización del dinero no sirve de mucho en estos casos. Saca tus billetes, junta tus monedas y reza para que tengan cambio.

Llega el día del trámite y, curiosamente, siempre existe un lugar de FOTOCOPIAS (como si se tratara de 1995) ofreciendo el servicio profesional de copias e impresión de documentos. Las copias de actas de nacimiento van desde los 200 a 300 pesos, y una copia sencilla va desde los 20 a 30 pesos. Y no se te ocurra pedir una pluma para firmar un documento, ya que NO SE PRESTAN PLUMAS. Pero no te preocupes, se venden a 100 pesos.

Por fin llegas al momento de tu cita. En eso debo admitir que son bastante organizados y puntuales. Llegas al mostrador y, de nuevo, con ese nervio de que en tu folder estén todos los documentos que te pedirán. Tú, muy confiado, leíste y repasaste esta lista hasta cinco veces. Pues resulta una batalla por la identificación de identidad. Todas las copias que traías resultan que no son las adecuadas porque se sacaron desde una casa; no se permite escaneado, no se permiten documentos fuera de proporción. Pero gentilmente la chica del módulo te dice que afuera existe un lugar y que te respetan tu lugar para que vayas y gastes un poco más de dinero para lograr el trámite.

Es una batalla para el ciudadano lograr convencer con papeles de su identidad. ¿No debería ser que, en un país donde ya tienes documentación como actas de nacimiento y CURP, el sistema nos tenga identificados? En un mundo tan digitalizado, la lucha por identificarse en papel resulta contradictoria.

Por fin se logra el tan ansiado trámite. Y aquí es donde entra la verdadera reflexión:

Estamos en un país donde ya tenemos un sinfín de documentos, donde existe la tecnología para tener toda esa información centralizada y conectada, pero aun así es el ciudadano el que tiene que andar probando y demostrando quién es. Es como si los sistemas estuvieran diseñados para complicar, y no para facilitar. ¿Por qué seguimos llevando carpetas llenas de copias cuando, en teoría, el Estado ya debería tener toda esta información?

Ir a hacer un trámite genera un nivel de estrés absurdo, sabiendo que cualquier error en la documentación o un detalle mínimo puede detener todo el proceso. El simple hecho de pensar en un trámite no debería ser sinónimo de angustia y frustración.

El problema no es que la digitalización no exista, sino que pareciera que es más conveniente para el sistema seguir pidiendo papeles, tener personas acomodando la documentación, revisar copias y al final… devolverte todo el folder como si nada hubiera cambiado.

¿Cuánto tiempo más pasará para que los trámites en nuestro país se digitalicen y se conviertan realmente en procesos eficientes? ¿O será que el verdadero problema no es la tecnología, sino un sistema que parece diseñado para no soltar nunca el control sobre un montón de papeles?

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