¿Sobreviviría Leonardo da Vinci en la era de la hiperproductividad?
¿Genio o esclavo de la productividad? El dilema de Da Vinci en tiempos modernos
¿Sobreviviría Leonardo da Vinci en un mundo obsesionado con la eficiencia?
Imagínate al gran y reconocido Leonardo da Vinci, el ícono máximo del “multitasking” renacentista, intentando encajar en la cultura laboral de hoy: reuniones a todas horas, metas trimestrales, reportes de ROI… ¿Le daríamos un ascenso o lo despediríamos por “exceso de curiosidad” y “baja productividad”? Probablemente, ni pasaría la primera entrevista. En esta época de tanta tecnología, mucha IA y una gran obsesión por medir y optimizar procesos, su “caos creativo” sería un problema.
Imagen 1: Elaboración propia (Mauricio Hinojosa): Leonardo da Vinci en la era de la hiperproductividad – Portada hipotética.
Sin embargo, la historia sugiere que ese mismo “caos” puede ser justo lo que necesitamos. Da Vinci —quien, en su época, fue visto como un “outsider” (nacido fuera del matrimonio, homosexual, vegetariano, zurdo, disperso y, a veces, irreverente)— nos recuerda que las ideas más disruptivas suelen surgir cuando salimos de lo convencional. Mientras las empresas se obsesionan con métricas, olvidan que la verdadera innovación nace de la exploración sin garantías.
¿Y si Da Vinci viviera hoy?
¿Haría en vivos con sus seguidores para mostrar cómo pinta la Mona Lisa al estilo Bob Ross? ¿Se haría viral en TikTok mostrando cada boceto o su "Get Ready With Me"? ¿Sería invitado al podcast de Tim Ferriss para contar “cómo fallar en 50 proyectos y aun así cambiar el mundo”? O, peor aún, ¿sería sofocado por las redes sociales y un sistema educativo rígido, apagando su creatividad?
Imagen 2: Elaboración propia (Mauricio Hinojosa): Leonardo da Vinci en la era de la hiperproductividad – TIK TOK LIVE.
Si vivimos en una época que exige resultados inmediatos y ve con malos ojos el error, ¿habría espacio para un Da Vinci moderno? Tal vez su genialidad quedaría aplastada por la presión de “ser productivo”, la ansiedad de contestar mensajes a toda hora y la costumbre de descartar todo lo que no prometa ganancias rápidas. Lo más alarmante es imaginar que la curiosidad más intensa de nuestro tiempo se esté ahogando entre notificaciones constantes, métricas obsesivas y planes de estudio que matan la sorpresa antes de que nazca.
En la actualidad, se habla mucho sobre el utilitarismo económico (una forma de pensar que valora lo útil principalmente en términos de dinero y productividad), que consiste en priorizar lo económico como lo más importante en la vida. Da Vinci, en el Renacimiento, no se preocupaba por cuánto dinero generarían sus dibujos ni por el impacto de sus inventos. Él disfrutaba aprender, algo que parece haberse perdido en el mundo de hoy.
¿Cuántos de nosotros tomamos decisiones basadas en el utilitarismo económico? Como decir: "Debo estudiar esto en lugar de aquello porque hay más trabajo disponible" o "Debería usar mi tiempo libre para aprender algo que me haga ganar más dinero".
Da Vinci nos enseña la importancia de lo que parece inútil, el placer de aprender y ver el conocimiento como una experiencia en sí misma: aprender y experimentar para mejorar.
¿Cómo aplicar esto en las empresas? Hoy en día, hay una cultura de sobrecompromiso laboral (trabajar demasiado y estar siempre pendientes), de estar siempre al tanto y de vivir para el trabajo, haciendo que nuestro valor como personas se mida por nuestra productividad. Como Da Vinci, debemos mantener nuestra esencia: ser curiosos, creativos, empáticos o extremadamente lógicos.
Esto es clave para la innovación. Las empresas deben adoptar formas audaces de medir el éxito (métricas audaces) para motivar a los equipos a ser curiosos y creativos, y asegurarse de que los proyectos valgan la pena, aparte de las tareas diarias.
Creatividad: una de las tres habilidades más valoradas para el futuro laboral
Mientras tanto, el mismo World Economic Forum ubica la creatividad entre las tres habilidades más valoradas para el futuro laboral. Es decir, aquello que el sistema educativo y la obsesión por la eficiencia tienden a sofocar es precisamente lo que el mundo más necesita. ¿No es hora de rescatar nuestra capacidad de asombro antes de que la hiperproductividad la entierre por completo?
Esa desconexión entre lo que se exige (resultados rápidos y alta productividad) y lo que se cultiva (métodos rígidos y miedo a equivocarse [no querer cometer errores]) parece ser uno de nuestros grandes dilemas. Por un lado, buscamos soluciones rápidas y resultados inmediatos; por otro, necesitamos mentes capaces de cruzar fronteras y ver posibilidades que aún no existen. Tal vez es momento de volver a sentir la emoción de arriesgarnos, equivocarnos y descubrir. Después de todo, la creatividad no es un lujo, sino un motor para construir el futuro.
10 Lecciones de la Vida de Leonardo da Vinci
Sé curios@, aunque no aporte “valor” inmediato
La curiosidad no siempre se ve rentable al principio; a la larga, puede cambiarlo todo.
Recupera tu capacidad de asombro, sí como cuando niño (que la sociedad nos apagó)
Asómbrate con una simple hoja que cae o una hormiga cargando algo enorme.
Tip: cómprate una lupa y llévala contigo; obsérvalo todo sin dar nada por sentado. Si tienes hij@s, regálales también una lupa para que exploren el mundo cada día.
Observa los detalles pequeños
Lo que para much@s es “irrelevante” podría ser la pieza clave de tu próximo gran descubrimiento. Así nacen los famosos “Aha Moments”.
Cambia de tema cuando te lo pida la inspiración
A veces, saltar entre proyectos es esa “famosa” chispa que enciende la creatividad.
Tu cerebro, cansado del bombardeo diario, te lo va a agradecer.
Prueba, equivócate y hazte preguntas
Equivocarse no es fracasar; es un paso hacia la hipótesis correcta.
Vuelve a esa etapa de la niñez con el famoso “¿por qué?” y ¿por qué? y ¿por qué?. Esto te dará más profundidad a tus cuestionamientos. (¡Funciona!)
Deja que tus ideas “descansen”
A veces, una simple (necesaria) pausa es lo que se necesita para ese “¡Aha Moment!” que buscabas.
El botón de “play” siempre estará ahí; un cerebro relajado es mucho más creativo.
Que lo perfecto no mate lo bueno
Un prototipo rápido enseña más que una obra que nunca ve la luz.
Lo importante es tangibilizar las ideas, aunque no sean perfectas.
Piensa con imágenes, no solo con palabras (y toma notas en papel)
Un boceto o sketch vale más que mil hojas de cálculos.
Piensa con tus manos: al visualizar, comprendes mejor y sientes que la idea cobra vida.
Haz listas: lo que escribes a mano puede disparar conexiones que no esperabas.
Combina disciplinas sin miedo
Arte, ciencia, ingeniería, cocina, baile… Mezclar áreas distintas te lleva a descubrimientos únicos.
Curiosear y observar te permite conectar puntos y hallar inspiraciones inesperadas.
Acepta el misterio y sé fiel a tu propia creación
No todo se resuelve hoy; lo desconocido alimenta la curiosidad y puede originar futuras revoluciones.
Aun si l@s demás no lo entienden, permanece fiel a esa obra o visión que te mueve por dentro.
La creatividad, por muy “improductiva” que parezca, puede ser el pilar de las grandes transformaciones. 💡
En un mundo que asegura necesitar mentes innovadoras, tal vez estemos ahuyentando justo esa genialidad al imponer métricas y resultados a toda costa. De nosotros depende si despertamos nuestro “caos creativo” o lo dejamos a un lado, junto con los proyectos imposibles y los sueños sin terminar.
Al final, la pregunta no es si Da Vinci sobreviviría hoy, sino si queremos que sobreviva. 🤔
🎧 PLUS:
Convertimos este texto, resultado de una conversación sobre creatividad y las lecciones de Leonardo para el mundo actual, en un podcast usando NotebookLM.
Escucha el resultado.
Hace poco platicando con mi papa, le preguntaba donde estaria el Jose Alfredo Jimenez de ahora. Un poco como queja sobre la proliferación de la musica o letra sin sentido.
Y un poco pensando en que la figura de Jose Alfredo, que no tuvo educación musical, ha sido de los mayores compositores que ha tenido el país.
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muy interesante el escrito! un saludo mi estimado!